La impresión en 3D extiende los límites de la medicina
Maxence, un niño francés de 6 años que nació sin la mano derecha, se convirtió el pasado agosto en noticia internacional al recibir una prótesis realizada con una impresora de tres dimensiones (3D) con un coste de unas decenas de euros. El plástico utilizado era similar al de las piezas de Lego y el ensamblaje en el brazo se realizó con un velcro. No permitía movimientos complejos pero sí abrir y cerrar los dedos, lo suficiente para que Maxence jugara y mostrara su felicidad en las televisiones de medio mundo. La noticia no residía en la complejidad de la mano, ya que existen modelo biónicos mucho más avanzados, sino el que se pudiera imprimir con una impresora casera de apenas 500€.
Se trata de precios similares a los de las impresoras de tinta. Los mayores costes proceden del material utilizado en la impresión, por lo general plásticos líquidos que se endurecen en diferentes capas. Sin embargo la variedad de materiales es enorme, desde resinas, cera, metales, madera, a, incluso, alimentos. Aún quedan un par de años para su generalización entre la población, según los expertos, pero se trata de una opción cada vez más extendida en medicina. La mayoría de hospitales trabajan con impresoras 3D y ya está llegando a consultas médicas y odontológicas de pequeño tamaño. El escáner posibilita disponer de una imagen exacta de cualquier parte de una persona y con la impresora 3D se puede reproducir la pieza que falta, sea un diente, un pabellón auricular o una parte del cráneo, lo que hasta hace poco tiempo era muy difícil o costoso de lograr, ya que se trata de modelos personalizados.
Así, un equipo de cirujanos del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona planificó una intervención de gran complejidad para extirpar un tumor gracias a su reproducción mediante la impresión 3D. Se trataba de un neuroblastoma, uno de los más frecuentes en la población infantil y que supone el 10% de los tumores diagnosticados a niños.
Los límites de la impresión 3D aún no se conocen. Se están imprimiendo órganos y vasos sanguíneos y los especialistas aseguran que el próximo paso será la impresión de células.
Aunque parece ciencia ficción es una realidad, que además cuenta con una larga trayectoria. Fue creada hace más de treinta años (1983) por Charles W. Hull, quien ya advirtió en su día que “esta tecnología va a necesitar treinta años para madurar, pero va a ser algo muy importante”.
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